lunes, 17 de mayo de 2010

La autenticidad de la inocencia

Despertar del letargo y descubrir que ya nada es igual. Eso es lo que él sintió en el mismo momento en que abrió los ojos esa mañana.
¿Hogares? Sólo casas grises, altas y apiladas. ¿Comunicación? Sólo mediante aparatos, nadie hablaba ya. Todo el mundo parecía tener tanta prisa… Sólo aquella niña que recogía flores en un pequeño penacho de hierba entre el abundante gris parecía feliz. Por supuesto, nadie había reparado en ello. Todos marchaban a toda prisa de un lado a otro. Hubo alguna persona que incluso estuvo a punto de pisarla. Por suerte, ella se dio cuenta, ya que no era como el resto. Ella sí reparaba en lo que hacían los demás, a ella sí la importaba lo que a otros no les importaba en absoluto.


... Por desgracia, cuando la vio 25 años después no era más que otra hormiga más participando en esta marabunta a la que llaman sociedad

1 comentario:

  1. Muy bueno Carla. Ojalá dejen Nueva Montaña como está y no lo conviertan en casas grises, altas y apiladas... aunque poderoso caballero es don Dinero.

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